I felt I did trust in Christ, Christ alone for salvation, and an assurance was given me that he had taken away my sins, even mine, and saved me from the law of sin and death.[229]
La «teología de la prosperidad», que polemizaba y antagonizaba con la teología de la libertad en un plano práctico, sostenía que si Altísimo puede curar y sanar el alma, no hay razón para pensar que no pueda otorgar prosperidad. La bendición es completa y la contraparte de ella era un paso que afirmaba y profundizaba el de la oración: el diezmo. El horror de analistas moldeados por la cultura secular o de observadores cercanos al catolicismo, que santifica la pobreza frente a la «mezcla» entre lo espiritual y lo financiero, impedía percibir que este aspecto de la propuesta teológica pentecostal tiene muchos aires de grupo con la dimensión sacrificial que en los pueblos campesinos lleva a ofrecer animales y cosechas a los dioses a cambio de prosperidad.
Tanto este último hecho como la falta de apoyo a la redefinición de la táctica electoral muestran hasta qué punto es difícil alinear la identidad religiosa y la política.
Mucho más importante, la batalla evangélica se basamento en la convicción de que Dios mismo se ha revelado plena y finalmente a toda la humanidad en la persona de Jesús.
. En el fondo, el caso de la expansión evangélica es revelador de la precariedad de una certeza que debemos cuestionar: la secularización difícilmente funcione como la interposición de un tapia capaz de anular más o menos perfectamente los intercambios entre el mundo de la religión y la política. Lo que sucede más bien es que la moderna capacidad de comprender la contingencia radical del mundo histórico social debe aplicarse al caso de las religiones para entender que la modernidad, allá de significar el fin de las religiones, es un mecanismo que, al mismo tiempo que instituye separadamente el dominio de la religión, articula transformaciones, porosidades e intercambios que hacen que las religiones estén en constante cambio y siempre «retornando».
[I]t remains true that the evangelical, in the very proportion that the culture in which he lives is not actually Christian, must unite with impar-evangelicals for social betterment if it is to be achieved at all, simply because the evangelical forces do not predominate.
With the founding of the NAE, American Protestantism was divided into three large groups—the fundamentalists, the modernists, and the new evangelicals, who sought to position themselves between the other two.
of Wisconsin Press, 225 pp; covers evangelical politics from the 1940s to the 1990s that examines how a diverse, politically pluralistic movement became, largely, the Christian Right.
The postwar period also saw growth of the ecumenical movement and the founding of the World Council Visit Your URL of Churches, which the Evangelical community generally regarded with suspicion.[265]
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El evangelismo cree firmemente en la doctrina de la Iglesia de creyentes, es proponer, cree que toda persona puede convertirse en miembro de la Iglesia por nuevo comienzo (creencia en la resurrección de Jesucristo) y profesión de Seguridad.
British author Dave Tomlinson coined the phrase postevangelical to describe a movement comprising various trends of dissatisfaction among evangelicals. Others use the term with comparable intent, often to distinguish evangelicals in the emerging church movement from postevangelicals and antievangelicals.
Aunque a veces los esfuerzos de algunos individuos han sido equivocados, los evangélicos en su conjunto han buscado la forma de afectar a la sociedad de manera positiva a través de la expresión tangible de su Certidumbre cristiana. Por ejemplo, un gran núpuro de hospitales de Estados Unidos (como el Vanderbilt) e instituciones de educación superior (como las universidades de Princeton y Brown) fueron fundados por los evangélicos.
El evangelicalismo surge a inicios del siglo XVIII como un movimiento religioso dentro del cristianismo protestante o protestantismo, motivado principalmente por cambiar el enfoque de su doctrina religiosa, no obstante que el protestantismo había centrado toda su atención en su doctrina histórica y las implicaciones sociopolíticas derivadas de esta, dejando a un lado la verdadera vivencia del cristianismo.